miércoles, 1 de julio de 2015

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En 1983 me compré mi primer ordenador: un Sinclair ZX81 de 1 kb de memoria RAM. Aunque ya podía adquirirse en las tiendas el ZX Spectrum, no podía pagarme nada más en ese momento. Poco después adquirí un módulo de 16 kb; pero aun así, nunca compré software comercial en el formato de la época: las cintas de casete. Con este modelo aprendí mis primeras nociones en el manejo de un ordenador, y tecleé mis primeros programas en Basic.

Al poco tiempo lo cambié por un Spectrum de 16 kb en la tienda Sinclair Store de Diego de León, en Madrid. Posteriormente lo amplié a 48 kb en la misma tienda. Luego pegué un saltito en calidad y adquirí la interface Disciple de Miles Gordon Technology, y una unidad de disco de 3,5”. Todavía tengo en la retina mi visita a la sede del representante de MGT, en la calle Ayala de Madrid. Posteriormente compré un Spectrum +2A. Error. No era compatible con Disciple. Amstrad ya había metido las manos en Sinclair. Lo vendí y volví al 48 kb. Todo lo terminé vendiendo cuando me pasé al PC, allá por el año 1989. Me compré un Inves XT con procesador 8088 de Intel, y de ahí pasé directamente al Pentium (sí, tardé 8 años en cambiar!!!), y finalmente un Athlon de 64 bits, que tengo abandonado por un MacBook Pro. Por el camino se me olvidó todo lo que había aprendido de programación; Basic (y Visual Basic), Pascal, Código Máquina para el Spectrum y Fortran.

Poco después de la adquisición del primer PC, la informática quedó aparcada por un período de más 20 años, hasta llegar al presente. Por motivos de tiempo y otras prioridades, me limité a ser un usuario más.

En 2007, por un casual, conocí algunas webs españolas que seguían manteniendo el espíritu del Spectrum. Entre ellas El Trastero, Speccy, spa2 y otras. Descubrí la existencia de emuladores, y tras instalarlos, me puse a descargar los juegos a los que dediqué muchas horas durante mi infancia y juventud. Durante unos años, solo fueron emuladores. Ya en 2013, vi cumplido uno de mis pequeños sueños, que era recuperar aquella pasión informática, gracias en parte a magníficas webs retro, foros y blogs; y descubrir una gran cantidad de información generada durante muchos años por apasionados de estas máquinas. La labor de preservación ha sido impresionante.  En pocos meses adquirí de segunda mano algunos micro-ordenadores Sinclair, ya que es la única marca que tuve en aquella época. Y llegamos al 2015, tras casi dos años de recuperación del espíritu de esa época de principios de los años 80, marcada por la creciente industria informática, los cambios en la sociedad, la música y los sueños de juventud.

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